En los últimos cuatro años, McKinsey Global Institute (MGI) ha publicado una serie de informes para explorar aspectos del futuro del trabajo en una época de cambios tecnológicos, fuentes probables de demanda laboral futura, cambios en las ocupaciones y requisitos de habilidades, y las implicaciones geográficas y sociales de estos desarrollos. Este informe es el primero de tres informes de MGI que examinan aspectos de la economía pospandemia: el futuro del trabajo, el comportamiento del consumidor y el potencial para una recuperación amplia por una mayor productividad e innovación. La pandemia de COVID-19 perturbó los mercados laborales a nivel mundial durante 2020. Las consecuencias a corto plazo fueron repentinas y, a menudo, graves: millones de las personas fueron suspendidas o perdieron sus trabajos, y otras se adaptaron rápidamente a trabajar desde casa como oficinas cerradas. Muchos de esos trabajadores fueron considerados esenciales y continuaron trabajando en hospitales y supermercados, en camiones de basura y en almacenes, pero bajo nuevos protocolos para reducir la propagación del nuevo coronavirus. En este informe se examinan los cambios a largo plazo que COVID-19 puede imponer en el trabajo en los años adelante. Un factor que ha puesto de manifiesto la pandemia es la importancia de la proximidad física y nivel de interacciones humanas en diferentes ocupaciones y lugares de trabajo; Aquellos con los niveles más altos han visto el mayor cambio. Este informe intenta identificar los efectos duraderos impacto de la pandemia en la demanda laboral, la combinación de ocupaciones y las habilidades de la fuerza laboral necesarios, así como las implicaciones para los líderes empresariales, los encargados de formular políticas y los trabajadores.
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